8/3/12

AFORISMOS DE HIPÓCRATES II



20. En las enfermedades de acceso periódico, antes de medicinar, hay que suspender el juicio.

21. Durante la crisis, no debe provocarse movimiento, alguno ni con purgas ni otros medicamentos irritantes, sino que se debe dejar obrar a la naturaleza.
22. Lo que conviene evacuar debe ser dirigido por lugar conveniente.

23. Es menester purgar y remover los humores, cuando están cocidos, mas no en estado de crudeza, ni al principio de las enfermedades; a menos que haya urgencia, lo cual ocurre rara vez.

24. No se debe juzgar de las evacuaciones por su cantidad, sino que es preciso atender a si tienen las cualidades necesarias, y si las sobrelleva bien el enfermo. Y si fuera preciso llevarlas hasta el desmayo, hágase, siempre que el paciente pueda soportarlas.

25. En las enfermedades agudas y, sobre todo, al iniciarse, rara vez están indicados los purgantes y, cuando lo están, es con la mayor circunspección y medida.

26 La enfermedad en que el sueño agrava la dolencia es mortal. Lo contrario sucede cuando se alivia.





27. Es bueno el sueño que calma el delirio.

28 Malos son el sueño o el insomnio excesivos.

29. Ni la saciedad, ni el hambre, ni cosa alguna que exceda de lo que la Naturaleza quiera, es bueno.

30. El cansancio y las laxitudes espontáneas y sin motivo, enfermedad denuncian.

31. Si alguno tiene dolor en alguna parte del cuerpo y no lo siente, es señal de que tiene el cerebro perturbado.

32. La extenuación contraída poco a poco, lentamente necesita ser reparada; la que sobreviene en breve tiempo, exige reparación pronta.

33. Si en la convalecencia comen con apetito los enfermos y, sin embargo, sus fuerzas no se reparan, esto claramente indica que toman demasiado alimento; pero, si ocurre esto mismo y no tienen apetito, será necesario purgarles.

34. Conviene hacer fácil y movido aquel cuerpo que se quiera purgar.

35. Cuanto más nutras a los cuerpos impuros, más les dañarás.

36. Es más fácil asimilarse el alimento líquido que el sólido.






11/2/12

AFORISMOS DE HIPÓCRATES




Primeramente

El término aforismo fue utilizado por primera vez por Hipócrates, como una serie de proposiciones relativas a los síntomas y al diagnóstico de enfermedades. El concepto fue aplicado después a la ciencia física y, posteriormente, generalizado a todo tipo de principios.
En la actualidad se considera que, gracias a Twitter y otros servicios de microblogging, con su limitación de espacio para escribir, este estilo de escritura está viviendo un inesperado renacimiento

Conviene distinguir entre aforismo y axioma. Los aforismos son el resultado de la experiencia, mientras que los axiomas son verdades obvias, que no requieren una comprobación. Los aforismos han sido utilizados frecuentemente en aquellas disciplinas que carecían de una metodología de estudio o un método científico, como la agricultura, la medicina, la jurisprudencia y la política. El aforismo es un tipo de paremia, como el axioma.

La paremia es un enunciado breve, sentencioso e ingenioso que transmite un mensaje instructivo, incitando a la reflexión intelectual y moral. Hay muchos tipos de paremias, como los adagios, aforismos, axiomas, proverbios, refranes y wellerismos. El tipo más común es el refrán. El estudio de las paremias se denomina paremiología.




AFORISMOS DE HIPÓCRATES


1. Corta es la vida, el camino largo, la ocasión fugaz, falaces las experiencias, el juicio difícil. No basta, además, que el médico se muestre tal en tiempo oportuno, sino que es menester que el enfermo y cuantos lo rodean coadyuven a su obra.

2. La Medicina es el arte de curar las enfermedades por sus contrarios. El arte de curar, el de seguir el camino por el cual cura espontáneamente la Naturaleza.

3. En las disenterías y vómitos espontáneos, si se evacua lo que debe ser expelido, todos estos trastornos podrán ser útiles y poco molestos; pero, si esto no ocurre, serán dañosos. De igual manera, la evacuación de los vasos es útil cuando se practica en términos convenientes, pues, y es muy conveniente tener en cuenta el país, la estación, el tiempo y la naturaleza de las enfermedades, en que pueden convenir o no estas evacuaciones.

4. La robustez extremada es dañosa a quienes hacen ejercicios violentos, como los atletas; pues no pudiendo mejorar ni permanecer estacionarios, es muy fácil que se altere en su perjuicio. Así es conveniente que se disminuya gradualmente el vigor excesivo, para que el cuerpo comience una nutrición nueva. No obstante, precisa no evacuar con exceso; la atenuación debe estar en proporción a la naturaleza y fuerzas del enfermo, pues la excesiva reflexión es tan perjudicial como la evacuación extrema.

5. La dieta rigurosa es peligrosa siempre en las enfermedades crónicas y aun cuando está contraindicada en las agudas. Es difícil de soportar un régimen de sobrada tenacidad, como lo es una reflexión excesiva.

6. Las faltas cometidas por los enfermos en observancia de lo prescrito, son más perjudiciales cuando el régimen es muy riguroso; porque cualquier exceso en la alimentación es más peligroso, cuando el régimen es muy riguroso que cuando no lo es. Por eso la dieta muy severa y observada por largo tiempo, es nociva aun para los sanos, por las consecuencias dañosas que cualquier exceso puede acarrearles. Por esta razón, es más conveniente un método de alimentación moderado que otro muy riguroso.

7. A enfermedades extremas, remedios heroicos, excelentes y bien administrados.

8. Presentan las enfermedades muy agudas síntomas muy alarmantes, y así en ellas conviene prescribir desde luego la más severa dieta. Mas, cuando la dolencia no presenta este carácter, se puede permitir algún alimento, aumentándose paulatinamente conforme la enfermedad se hace menos intensa.
9. Cuando la enfermedad en su vigor estuviere, es menester usar del régimen más riguroso.

10. Conviene considerar también si la dieta prescrita al enfermo le permite conservar sus fuerzas, hasta que la enfermedad llegue a su desenvolvimiento completo, para que consiga dominarla, o si, por hallarse demasiado débil, sucumbirá antes de esta época.

11. En las enfermedades que adquieren pronto todo su vigor, se debe también prescribir sin pérdida de tiempo un régimen severo; pero en las que llegan más tarde a aquel estado, deberá disminuirse la alimentación, cuando esto suceda o un poco antes; entonces, para que el enfermo conserve todas sus fuerzas, deberá ser más abundante la alimentación del paciente.

12. En las exacerbaciones, conviene quitar el alimento; éstos les serían altamente perjudiciales. Si hay periodicidad en los recargos, se deberá igualmente prohibir todo alimento, al tiempo de su aparición.

13. Las exacerbaciones en cada género de dolencia, la estación del año, la observación comparativa de las agravaciones, ya cotidianas, ya tercianas o de mayores intervalos, sirven para apreciar la marcha futura de la dolencia.
Iguales cosas se indicarán por los epifenómenos. Así en la pleuresía, si los esputos se presentan desde el principio, la enfermedad será corta y, si aparecen más tarde, larga y rebelde. Lo mismo puede decirse de las orinas, evacuaciones de vientre y sudores. Indicarán que la enfermedad ha de tener crisis fácil o difícil y si será larga o corta, según se manifiesten.

14. Los viejos llevarán fácilmente la abstinencia; después de ellos siguen los que se hallan en la edad adulta; los adolescentes no pueden tolerarla y mucho menos los niños y, entre ellos principalmente los que son muy vivos.

15. Tienen los que crecen mucho calor innato y así necesitan una alimentación copiosa; de no ser así, se consumirá su cuerpo. Los viejos tienen poco calor; y así los basta con poco para conservarle; demasiada alimentación les extinguiría. Por eso son en ellos las fiebres menos agudas, pues que está frío su cuerpo.

16. En invierno y primavera el sueño es más largo y tienen mayor actividad los órganos de la digestión. Por tanto, en estas épocas, alimentación más abundante. De ello nos presentan ejemplo ciertas enfermedades, los jóvenes y los atletas.

17. Un régimen compuesto de alimentos húmedos y jugosos, conviene a los calenturientos todos y muy particularmente a los adolescentes o personas a él habituadas.

18. Muchas personas necesitan alimentarse una vez al día y nada más; otras dos veces y algunos muchas o pocas veces y aun dividiendo el alimento en porciones pequeñas. Hay que considerar además el hábito, la estación, la edad y el clima.

19. Es la digestión difícil en verano y otoño, muy fácil en invierno y no tanto en primavera.






6/2/12

LA LEY



Es la Medicina la más noble entré todas las artes; mas, por la ignorancia de quienes la ejercen y de los que juzgan de ella con ligereza, ha venido a ser colocada en el postrer lugar. Entiendo que la causa de tan equivocado juicio es el no tener en las ciudades el mal ejercicio de la Medicina otro castigo que la falta de consideración, pena que no afecta a los individuos que hacen de ella un modo de vivir.

Aseméjanse éstos a los personajes de las comedias; una vez que, del mismo modo que los actores representan en traje y figura sin ver lo que aquéllos son, igualmente, es por el nombre y no por los hechos por lo que nuestros médicos se lo llaman.

Quien se consagra con afán al estudio de la Medicina, forzosamente ha de reunir las condiciones siguientes: disposición natural, enseñanza, lugar oportuno, instrucción desde la niñez, amor al trabajo y actividad. Principalmente necesita contar con disposiciones naturales; todo es en vano cuando se pretende forzar la Naturaleza; pero cuando ella por sí misma camina por buena senda, principia entonces verdaderamente la enseñanza del arte, que, con la reflexión, el discípulo viene obligado a apropiarse, comenzando desde aquella edad juvenil y tierna y encontrándose en lugar a propósito para la enseñanza y aprendizaje.




Necesario es, a más de esto, consagrar a la 1abor mucho espacio de tiempo para que, arraigándose los conocimientos profundamente, den sus sazonados y abundantes frutos.
Así es, en efecto el cultivo de las plantas, y lo mismo la enseñanza de la Medicina.

Nuestra disposición natural es el terreno; los preceptos de los maestros la tela; la instrucción comienza desde la infancia, y ésta es la sementera hecha en tiempo conveniente; el sitio en que se da la instrucción es el aire de que los vegetales toman su alimento; el estudio continuo es la mano de obra; el tiempo, en fin, lo fortalece todo hasta la edad madura.

Ved, pues, las necesarias condiciones que importa reunir para el estudio de la Medicina; los conocimientos profundos que es preciso adquirir, si se quiere, al recorrer las ciudades ejerciéndola, lograr la reputación de médico, no sólo en el nombre, sino como práctico. La impericia es una mala propiedad, un mal arraigo para los que la poseen: sin alcanzar confianza ni satisfacción, engendra timidez y temeridad: la primera descubre la falta de energía, y la segunda la inexperiencia.

Hay en verdad dos cosas diferentes: saber y creer que se sabe. La ciencia consiste en saber; en creer que se sabe está la ignorancia. Mas las cosas santas, sólo a los hombres santos se revelan y le está vedado comunicarlas a los profanos, en tanto que en los misterios de la Ciencia consigan iniciarse.


EL JURAMENTO HIPOCRÁTICO





Por Apolo médico y Esculapio juro: por Higias, Panacea y todos los dioses y diosas a quien pongo por testigo de la observancia de este voto, que me obligo a cumplir lo que ofrezco con todas mis fuerzas y voluntad. Tributaré a mi maestro de Medicina igual respeto que a los autores de mis días, partiendo con ellos mi fortuna y socorriéndoles en caso necesario; trataré a sus hijos como a mis hermanos y, si quisieren aprender la ciencia, se la enseñaré desinteresadamente y sin otro género de recompensa. Instruiré con preceptos, lecciones habladas y demás métodos de enseñanza a mis hijos, a los de mis maestros y a los discípulos que me sigan bajo el convenio y juramento que determina la ley médica y a nadie más.

Fijaré el régimen de los enfermos del modo que les sea más provechoso según mis facultades y mi conocimiento, evitando todo mal e injusticia. No me avendré a pretensiones que afecten a la administración de venenos, ni persuadiré a persona alguna con sugestiones de esta especie; me abstendré igualmente de administrar a las mujeres embarazadas pesarios abortivos. Mi vida la pasaré y ejerceré mi profesión con inocencia y pureza. No practicaré la talla dejando esa operación y otras a los especialistas que se dedican a practicarla ordinariamente.

Cuando entre en una casa, no llevaré otro propósito que el bien y la salud de los enfermos, cuidando mucho de no cometer intencionadamente faltas injuriosas o acciones corruptoras y evitando principalmente la seducción de las mujeres jóvenes, libres o esclavas. Guardaré reserva acerca de lo que oiga o vea en la sociedad y no sea preciso que se divulgue, sea o no del dominio de mi profesión, considerando el ser discreto como un deber en semejantes casos. Si observo con fidelidad mi juramento, séame concedido gozar felizmente mi vida y mi profesión, honrado siempre entre los hombres: si lo quebranto y soy perjuro, caiga sobre mí la suerte adversa






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