Una hermosa abubilla sobrevuela las acacias del jardín, dejando una silenciosa estela de belleza en el límpido aire de esta mañana, aún de verano, que va dejando entrever los signos del otoño: la sequedad, la frialdad, apenas frescor todavía, y una abundante formación de fumosidades, vientos y tempestades. La maduración de frutos tiernos evidencia el equilibrio que se va instaurando entre los cuatro elementos que componen toda la materia -aire, agua, tierra, fuego-, y restablece el propio de esta estación, seca como la tierra. Mientras, Ibn al-Jatib desarrolla en la primera parte de su Libro del Cuidado de la salud durante las estaciones del año o Libro de Higiene la teoría, el conocimiento previamente adquirido que se sobrepone como una pantalla sobre cada caso práctico para concluir un diagnóstico y tratamiento adecuados a cada persona.
En este tratado de Fisiología hay un apartado relativo a la complexión, a la que se define como una cualidad que surge de la diferente combinación de los elementos que son origen de todo ser, los cuales pierden sus formas en esa mezcolanza surgiendo del conjunto una forma nueva que debe mantener la igualdad del todo, que es el equilibrio supuesto.
La complexión es:
- Cálida, si predomina el fuego.
- Fría, si excede la parte acuosa.
- Húmeda, si predomina la parte aérea.
- Seca, si lleva excedente térreo.
Hay además formas compuestas, representadas por los términos medios entre las cualidades.
Los cuatro elementos son principios primarios del cuerpo humano a los que se añaden otros principios secundarios que ponen de manifiesto la disposición de su naturaleza; son los humores, cuerpos húmedos y fluidos que transforman el alimento. Según las diversas proporciones de tales elementos primarios y secundarios en el organismo, éste mostrará una complexión dominante a la que habrá de atender el médico, juntamente con la edad, para concluir sus indicaciones prácticas. Puesto que señala para cada individuo un equilibrio respecto a sí mismo, respecto a la especie, después respecto a la clase y al género. Empero, cualquier desviación producirá alteración del buen estado de salud.
La segunda parte de su obra, parte que puede ser consultada con independencia de la primera, está concebida como una guía práctica en la que especifica las diversas maneras de determinar la complexión constitucional de cada individuo:
- por el tacto
- por el color
- por el pelo
- por el aspecto externo
- por los actos relacionados con las capacidades vitales, anímicas y espirituales.
Tras la observación y análisis de todos estos factores llega a fijar cinco clases de complexión, describiendo sus signos, de manera que cada cual puede reconocerse en uno de estos paradigmas.
LAS DISTINTAS COMPLEXIONES Y SUS SIGNOS
Signos de la complexión equilibrada
Justa proporción al tacto entre calidez y frialdad y dureza y blandura, color entre rojo y blanco. El vello entre rizado y liso, por lo general rubio en la niñez y negro en la juventud. Las venas término medio entre aparentes y ocultas, también justa proporción entre la vigilia y el sueño, en éste visiones de hermosos panoramas con voces dulces. En cuanto al carácter justa proporción entre satisfecho y colérico, valiente y cobarde, paciente y atolondrado.
Signos de la complexión sanguínea
Tonalidad roja de la piel, con abundantes venas, calidez equilibrada al tacto, pelo negro y espeso, ojos enrojecidos, exceso de carne, nervios tensos, pulso y respiración fuertes, risas y sueño en exceso, beneficiarse con la extracción de sangre, tener en los sueños visiones de rojo o de sangre, ánimo rudo y propensión a padecer enfermedades sanguíneas (pesadez, sopor, sangre en las encías, fatiga sin motivo, abcesos).
Signos de la complexión flemática
Color blanco, pesadez, frialdad al tacto, exceso de humedad en los conductos que dificulta los movimientos, demasiado sueño, sopor, pelo liso y escaso de crecimiento lento, canas fuera de la vejez, pulso lento y visión débil, visiones de agua y humedad durante el sueño, resentirse con el frío y mejorar con el calor, propensión al olvido y a padecer enfermedades flemáticas (excesiva flaccidez, olvido, pereza, digestión alterada y pulso irregular).
Signos de la complexión biliar amarilla
Cuerpo flaco, poca carne, palidez, piel fina, calidez al tacto, pelo negro y rizado, exceso de sed, falta de sueño, facilidad y rapidez en recordar y olvidar, frecuentes cambios de ánimo, alegría y afabilidad, pulso rápido, exceso de movimientos y riñas o disputas, visiones de luces o colores amarillos durante el sueño, beneficiarse con lo que refresca y hallar daño en los ambientes cálidos, inclinación al olvido y a padecer enfermedades biliares amarillas (gusto amargo, sed, falta de apetito, desmayos y vómitos).
Signos de la complexión biliar negra
Palidez, delgadez y sequedad, pelo en exceso y grisáceo, falta de sueño, carácter propenso a sentir fuertes odios y deseos, incapacidad de llanto, talante taciturno, depresión, sueños con visiones desagradables de lugares obscuros o deprimentes, deseo voraz de comer y posible extreñimiento, propensión a padecer enfermedades propias de la bilis negra (angustia, preocupación, falso apetito e insomnio).
Estos son los signos propios de toda complexión en perfecto estado de salud.
La inclusión de esta taxonomía facilita la aplicación de las indicaciones que la estación requiere, puesto que la norma general va asumiendo distintas especificaciones según los humores sobresalientes en cada persona, la cual puede observar si el comportamiento de su organismo se ajusta a algún apartado de esta clasificación. No hay que perder de vista que en muchos casos son dos los humores predominantes de tal modo que los signos son compuestos y se presentan entremezclados.
Una vez establecido este punto podemos hacer una descripción del régimen más apropiado para cada complexión, considerando siempre que en el otoño hay que ser especialmente precavido, conviene cuidarse de los vientos secos y los excesivos contrastes y estar atento a los arranques de tristeza y aflicción que pueden derivar en melancolía duradera. Nunca los extremos son buenos y el abandono en la tristeza es dulcemente insidioso porque nos seduce con visiones y ensoñaciones. Nuestro médico nos recomienda convertir la moderación en un hábito, darle carta de naturaleza todos los días del año.
Estas son las recomendaciones para la complexión equilibrada y para la estación otoñal durante la cual debe ponerse mucho empeño en no descuidar la dieta porque es un momento en el que proliferan las enfermedades y, por tal razón, abundan también las prohibiciones, por ejemplo, exponerse al sol extremado del mediodía, lavarse con agua fría o tomar bebidas con hielo, porque acarrean fiebres y falta de apetito.
Aire
La necesidad de humectar es el criterio prioritario, para lo cual se ha de evitar el aire seco del norte y buscar el del sur o la proximidad de zonas costeras cálidas. En esta época es muy distinto el aire del mediodía al de la mañana, de manera que conviene atemperar y evitar sus diferencias, cerrando las viviendas a los soplos secos por la mañana y ventilando y refrescando los cuerpos en los momentos cálidos del día.
Si se toma un baño conviene aumentar el vapor en la estancia y humedecerla, cuidando de que la salida sea gradual para evitar el excesivo contraste, untándose después con algún aceite y envolviéndose un rato con una manta.
Asimismo es aconsejable vaporizar el ambiente con agua de rosas y agua de las distintas clases de albahaca.
Los tejidos más adecuados son los combinados de algodón y lino, algodón y lana, seda y lana, confeccionados de modo que vayan pegados al cuerpo.
Comida
También para la comida se prefieren los alimentos que contienen humedad y que son pesados: caldos ensopados, fideos gruesos y tiernos, alimentos y carnes grasas.
Se evitará cuanto enfríe las comidas, como las hortalizas o el vinagre y en su lugar se emplearán sustancias dulces y frutas equilibradas como cohombros o pepinos, granadas dulces, higos y uvas al natural, melocotones dulces, plátanos y frutas con pulpa.
Bebida
En cuanto a las bebidas, reducir el frío del agua y endulzarla con azúcar o miel, tomar jarabes dulces e infusiones a base de menta y cidronela o melisa, y jarabe de lengua de buey (consuelda). Para laxar, jarabe de higos, ciruelas y violeta.
Son aconsejables la cerveza y los jarabes confeccionados con medicamentos delirantes equilibrados, es decir, elaborados con flores perfumadas, cáscaras de toronja y albahacas.
Ejercicio
Se practicará poco deporte en esta estación.
Otras actividades
El otoño es la estación menos apropiada para el ejercicio del coito que se efectuará cuando exista gran vehemencia o necesidad, aumentando las horas de sueño y evitando la vigilia que resulta muy nociva.
Aromas
Inhalar perfumes de flores cálidas y equilibradas como jazmines, rosas blancas, azucenas y crisantemos.
Untarse aceites aromáticos, de beleño o ámbar.
Régimen de la complexión biliar amarilla
La calidez de la complexión tiende a compensarse con la frialdad de la estación; sin embargo, hay exceso de sequedad, razón por la que proliferan las enfermedades.
Conviene tomar alimentos de calidez equilibrada y gran humedad como carnes procedentes del cordero, gallina y huevos. Caldos ensopados y fuertes, grasas en sus diversas variedades con garbanzos y pimienta. Alimentos a base de leche como el arroz y el mijo con nata y azúcar. Carnes condimentadas con nabos, zanahorias y tubérculos de plantas reconocidas por su humedad. Es excelente la flor de harina blanca sin excederse.
Se beberá agua de sabor dulce en cantidad moderada. Oximiel, agua de azúcar, jarabe de manzana e higos.
Deporte con moderación, paseando o luchando, eligiendo para ello las horas suaves del día.
No abusar del coito a causa del exceso de sequedad.
Se recomienda el baño con agua tibia para humedecer y fortalecer el cuerpo que se untará después con aceite de almendra y sésamo. Perfumar las habitaciones con violeta, calabaza, hojas de albahaca, ámbar y algalia.
Usar vestidos confeccionados con lino suave.
Como entretenimientos se pueden escuchar melodías entonadas por voces enronquecidas, cantos sin ritmo como címbalos y palillos, acordes melodiosos de arpa y flauta, rumor de árboles y agua corriente. También es aconsejable contemplar aguas estancadas y emanación de vapores.
Frecuentar tertulias con personas amenas escuchando poesías y relatos emocionantes que distraigan, mientras se toman dulces hechos de almendras, nueces, piñones, frutos secos y manzanas dulces, evitando bellotas, castañas, acerolas y frutos ácidos pungentes.
Régimen de la complexión biliar negra
Hay un exceso de frialdad y sequedad que se debe intentar reducir mediante el régimen, de lo contrario, si la desviación es excesiva, pueden adquirirse enfermedades crónicas. Por tanto, se requiere humedecer el aire y evitar los vientos fríos, buscando el sol en zonas resguardadas o frecuentando zonas costeras cálidas. Pueden vaporizarse las habitaciones e incluso encender fuegos suaves en las horas tempranas de la mañana.
Se comerán carnes gruesas de cordero, de gallina o codorniz, huevos poco cocidos, leche entera de vaca, caldos equilibrados con especias que contengan humedad, por ejemplo, azafrán y jengibre. Pan de buena calidad. Caldos espesados con huevos enteros y confeccionados con cebolla.
Se aconseja tomar calientes los alimentos grasos y pesados como pastas, macarrones, pán ácimo, sopas de trigo y carne, gachas de harina y leche con mantequilla. Dulces hechos con almendras dulces y pasas, harina y miel o melaza. Toda clase de frutos secos: alfóncigos o pistachos, pasas, dátiles y ciruelas secas. Miel batida con mantequilla. Frutas del tiempo como higos, uvas, manzanas dulces y plátanos, al natural o en compota.
Se practicará poco deporte, buscando el reposo y la continencia y combatiendo la sequedad. Se necesita dormir mucho, provocando el sueño con masajes suaves en la cabeza y en las extremidades, empleando mantas gruesas y acallando las voces. También el baño ayuda a conciliar el sueño y fortalece, sobre todo si se toma después de haber comido, tomando la precaución de que sea caliente con mucho vapor y de envolver después el cuerpo con una manta.
Aroma de almizcle, jazmín, rosa blanca y flor de naranjo ácido. Albahaca.
Vestidos de mezcla de algodón y lana, de algodón y seda, pegados al cuerpo.
Se contemplarán los rojos y la mezcla de rojos y blancos, también mares y albercas. Conversaciones que no alteren el ánimo como anécdotas, historias jocosas, esperanzas y reflexiones sobre Dios. Cantos con voces prolongadas y suaves, cualquier acorde que no sea fuerte. Se buscará la compañía de artesanos que necesiten usar fuego y vapores en su trabajo.
Régimen de la complexión flemática
En este caso se compensa la sequedad de la estación con la humedad de la complexión, si bien tienden ambas a desviarse hacia la frialdad. Por ello se procurará mejorar y calentar el aire abriendo las ventanas a los vientos del sur y dejando entrar el sol.
En cuanto a la comida conviene tomar alimentos que tiendan a la calidez, carnes de cordero y gallina, huevos y grasas, asando carnes tiernas y cociéndolas con especias (estos condimentos son excelentes medicamentos y alimentos medicinales que no violentan al cuerpo). Las carnes se acompañan con tubérculos como nabos, zanahorias, cebollas y ajos con migas de harina.
Poca agua, no fría, mezclada con miel o azúcar y bebida en recipientes de arcilla. Jarabe de manzana, limón, menta y hierbas aromáticas. Se recomienda la ingestión de dulces hechos con nueces y pistachos. Higos y pasas entre los frutos secos y todo tipo de frutas tiernas, sobre todo uvas y manzanas.
Se evitarán los ejercicios que generen calidez, efectuando sólo paseos suaves y montando, siempre que esto sea posible, de modo equilibrado. El coito es recomendable únicamente en momentos de mucho ardor. Es bueno dormir un poco más de lo acostumbrado, con el cuerpo bien abrigado para evitar la frialdad.
Tomar el baño para calentarse haciendo más uso de la atmósfera húmeda del baño que del agua. Perfumarse con ámbar, algalia y hierbas aromáticas como romero y albahaca.
Vestidos cálidos y gruesos de algodón, lana y similares.
Se contemplarán los rojos y amarillos. Se escucharán poesías y disertaciones sobre medicina y literatura, cantos tendentes a los agudos, sonidos de instrumentos de cuerda y flautas suaves. Frecuentar la compañía de artesanos que hagan uso del fuego.
Régimen de la complexión sanguínea
Se procurará todo lo que facilite el logro de una situación equilibrada en cuanto a frialdad y sequedad, cuidando de que el aire sea puro y claro, evitando que las estancias se calienten en exceso con el soplo del sur o se enfrien en demasía con el aire del norte. Esto se consigue cerrando por un lado y abriendo por otro, derramando vapores, extendiendo alfombras y orientándose hacia el poniente.
Para comer son excelentes las carnes equilibradas de cordero, gallinas o cabritos, asadas o guisadas de modo simple, tiernas y con su grasa. Pan en cualquiera de sus variedades equilibradas. Dulces hechos con sésamo, almendras, flor de harina y pistachos. Miel y mantequilla bien ligadas. Uvas e higos entre las frutas por sus cualidades recuperativas, además de los dátiles tiernos, los plátanos y la caña de azúcar o su jugo. Compotas de manzanas o membrillos dulces.
Para beber se aconsejan las aguas no demasiado frías, en cantidad moderada, también infusiones de albahaca y toronjil.
Se ha de buscar el equilibrio entre el sueño y la vigilia, haciendo poco deporte y espaciando los baños, cuando no tengan una finalidad estética, en cuyo caso no hay normas. Tampoco la práctica del coito resulta recomendable, excepto si el ardor de la naturaleza empuja a ello.
Perfume de ámbar y jazmín. Vestidos de géneros de mezcla, algodón y seda, algodón y lana, confeccionados para que queden ligeramente holgados.
Es bueno contemplar vegetales y formas bien proporcionadas. Escuchar conversaciones sobre noticias agradables, cánticos armoniosos, descripciones de fiestas y poesías eróticas. Reunirse con gente inteligente, artesanos, dibujantes, escribanos y curtidores de piel.
Todos estos regímenes se aplican sin restricciones cuando la estación se halla en su vigor y con limitaciones en su comienzo y su final. Tales consejos ayudan a instaurar unos hábitos de vida, un orden cuyo último objetivo es el desarrollo óptimo de la persona.
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