20. En las enfermedades de acceso periódico, antes de medicinar, hay que suspender el juicio.
21. Durante la crisis, no debe provocarse movimiento, alguno ni con purgas ni otros medicamentos irritantes, sino que se debe dejar obrar a la naturaleza.
22. Lo que conviene evacuar debe ser dirigido por lugar conveniente.
23. Es menester purgar y remover los humores, cuando están cocidos, mas no en estado de crudeza, ni al principio de las enfermedades; a menos que haya urgencia, lo cual ocurre rara vez.
24. No se debe juzgar de las evacuaciones por su cantidad, sino que es preciso atender a si tienen las cualidades necesarias, y si las sobrelleva bien el enfermo. Y si fuera preciso llevarlas hasta el desmayo, hágase, siempre que el paciente pueda soportarlas.
25. En las enfermedades agudas y, sobre todo, al iniciarse, rara vez están indicados los purgantes y, cuando lo están, es con la mayor circunspección y medida.
26 La enfermedad en que el sueño agrava la dolencia es mortal. Lo contrario sucede cuando se alivia.
27. Es bueno el sueño que calma el delirio.
28 Malos son el sueño o el insomnio excesivos.
29. Ni la saciedad, ni el hambre, ni cosa alguna que exceda de lo que la Naturaleza quiera, es bueno.
30. El cansancio y las laxitudes espontáneas y sin motivo, enfermedad denuncian.
31. Si alguno tiene dolor en alguna parte del cuerpo y no lo siente, es señal de que tiene el cerebro perturbado.
32. La extenuación contraída poco a poco, lentamente necesita ser reparada; la que sobreviene en breve tiempo, exige reparación pronta.
33. Si en la convalecencia comen con apetito los enfermos y, sin embargo, sus fuerzas no se reparan, esto claramente indica que toman demasiado alimento; pero, si ocurre esto mismo y no tienen apetito, será necesario purgarles.
34. Conviene hacer fácil y movido aquel cuerpo que se quiera purgar.
35. Cuanto más nutras a los cuerpos impuros, más les dañarás.
36. Es más fácil asimilarse el alimento líquido que el sólido.
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