8/3/12

AFORISMOS DE HIPOCRATES III




37. Las impurezas que quedan en las enfermedades después de las crisis, suelen producir recaídas.
38. La noche que precede a una crisis, es generalmente de exacerbación grave; pero la siguiente suele ser tranquila y buen signo.
39. Todo cambio en la naturaleza de las deyecciones; en los flujos de vientre, es beneficioso, cuando no los empeora.
40. Cuando las fauces están doloridas y el cuerpo aparece cubierto de tumorcillos, conviene examinar las evacuaciones; si fueran biliosas, el padecimiento es del cuerpo todo pero, si son naturales, es bueno y nada peligroso recetar alimentos.
41. No conviene trabajar al hambriento.
42. El tratamiento de algunas enfermedades pone de manifiesto que el tomar de una vez mayor cantidad de alimentos de lo que la Naturaleza tolera, produce alteraciones graves en la salud.
43. Aquellos alimentos que pronto confortan y rápidamente nutren, pronto también son expelidos.
44. No siempre es seguro el pronóstico en las enfermedades agudas, sea de muerte o de sanidad.






45. Quienes tienen laxo el vientre en la juventud, se estriñen conforme avanzan en edad; por el contrario, los estreñidos le tienen suelto en la vejez.

46. El vino quita el hambre.

47. Las enfermedades que proceden de plenitud se curan mediante evacuaciones; las que nacen de evacuación por la replexión; otras se curan asimismo por sus contrarios.

48. En catorce días está hecho el proceso de las enfermedades agudas.

49. El cuarto día es indicador del séptimo; da el octavo principio a la semana siguiente; ha de observarse el undécimo, que es el cuarto de este segundo período; asimismo debe atenderse al décimo-séptimo, que es el cuarto de la tercera semana y el siete contando desde el once.

50. Son, por lo general, las cuartanas, de duración corta en el verano y muy larga en el otoño y especialmente cuando se presentan al comenzar el invierno.

51. Mejor es que después de la convulsión, suceda la fiebre, que no que preceda ésta a la
convulsión.

52. No es prudente fiar con demasía en inesperados alivios, ni temer con exceso los malos
síntomas que sobrevienen sin justificación. Estos cambios son, por lo común, poco duraderos y no suelen permanecer.







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