74. Mejor soportan los débiles y los ancianos
los trabajos a que se hallan acostumbrados que los jóvenes y robustos que no
están habituados a ellos.
75. Los hábitos inveterados, aun cuando sean perjudiciales,
ocasionan menos daño que las cosas no acostumbradas. Conviene, pues, habituarse
paulatinamente a lo insólito.
76. Muy peligroso es evacuar, llenar, calentar, enfriar
o promover cualquier otro cambio violento en el cuerpo. Todo exceso es a la
Naturaleza contrario. Lo que se va haciendo poco a poco no presenta peligro,
bien pasando de un hábito a otro o de cualquiera otra manera.
77. Todo lo que se hace conforme a razón y no eventualmente,
como un tratamiento indicado, debe continuarse, aun cuando no produjere efecto,
en tanto que la indicación persiste.
78. Salen mejor librados de sus dolencias los que
de jóvenes son laxos de vientre que los que le tienen estreñido; en cambio, en
la vejez, resecándose éste, lo pasan peor.
79. La estatura aventajada da gentileza y gallardía
a la juventud. Para la vejez es incómoda y tiene muchos inconvenientes.
80. Lo que causa más enfermedades es el cambio
de estaciones. Y en estos tiempos las producen mucho más los rápidos cambios de
calor o frío u otros análogos.
81. Hay temperamentos, a los cuales prueba mejor
el invierno que el estío; y a la inversa.
82. Algunas enfermedades se desarrollan bien o mal,
según estaciones. Ocurre lo mismo, según la edad, el clima o la alimentación.
83. En una estación, sea cualquiera, si se observa
en el mismo día tan pronto calor como frío, procede esperar la aparición de
alguna enfermedad otoñal.
84. Los vientos del Mediodía, no sólo debilitan el
oído, obscurecen la vista y ponen pesada la cabeza, sino que, si mucho tiempo
duran, se observa en los enfermos su pernicioso influjo. Si, en cambio, sopla
el Aquilón (Norte), sobrevienen toses, males de garganta, constipación,
disuria, escalofríos, dolores de costado y de pecho. Y, si mucho dura, hay que
esperar en las enfermedades análogos accidentes.
85. Cuando a la primavera el estío es semejante,
hay que esperar grandes sudores en las fiebres.
86. En tiempo de sequía, se presentan muchas fiebres
agudas; y sí la mayor parte del año ocurre lo mismo, conviene esperar
semejantes dolencias.
87. En tiempo constante, cuando las circunstancias
propias de cada estación se suceden en orden regular, las enfermedades que
entonces se presentan, siguen su proceso normal y terminan felizmente, pero
cuando el tiempo cambia ocurre lo propio a aquélla.
88. Son en otoño muy agudas las enfermedades y
muy graves. Por el contrario, la primavera es la estación más saludable y menos
letal.
89. El otoño para los tísicos es funesto.
90. En lo que respecta a las estaciones del año,
si el invierno es seco y dominan ciertos vientos del Norte y la primavera
lluviosa con vientos del Mediodía, vendrán con el verano fiebres agudas, oftalmias,
disenterías, que atacarán principalmente a las mujeres y a los que un de débil
constitución.
91. Mas si el invierno fuere lluvioso y templado
y reinasen vientos del Sur y la primavera seca y con vientos del Norte, las
mujeres que debieran parir en la primera abortarán con la menor ocasión; y las
que lleguen a ir a su tiempo, tendrán probablemente hijos enfermizos y débiles
que, o morirán tempranamente, o se criarán enfermizos y valetudinarios. Por lo
demás, se presentan disenterías, oftalmias secas y catarro, que hacen perecer a
los viejos facilísimamente.
92. Si el verano es seco y sopla, al Aquilón y
el otoño lluvioso y austral, se observarán en el invierno inmediato jaquecas,
toses, ronqueras, corizas y también tisis.
93. Pero si fuere el otoño frío y seco será favorable
a los linfáticos y a las mujeres. Los demás estarán expuestos a padecer oftalmias
secas, fiebres agudas, corizas pertinaces y algunos también afecciones
melancólicas.
94. De las constituciones anuales, el tiempo
seco este más saludable y menos letal que el lluvioso.
95. Las enfermedades que más frecuentemente se
observan en tiempos de lluvia son fiebres de larga duración, diarreas,
gangrenas, epilepsias, apoplejías y anginas.
96. En los muy secos se padece tisis, oftalmias,
dolores articulares, disurias y disenterías.
97. En cuanto a lo que respecta a las constituciones
diurnas, las frías y secas dan más vigor al cuerpo y agilidad, buen color y
finura de oído, aunque resecan el vientre e irritan los ojos. Aquellos en
quienes preexistían dolores torácicos les sienten más agudos. Por el contrario,
los vientos del Mediodía, relajan y aflojan el cuerpo, debilitan el oído, ponen
pesada la cabeza, obscurecen la vista y producen pesadez en el cuerpo y laxitud
en el vientre.
98. También según los tiempos, los niños y jóvenes
se encuentran perfectamente en primavera y al entrar el verano y parte del
otoño, y los adultos en lo restante del otoño y el invierno.
99. Preséntanse, en verdad, las enfermedades en todas
las épocas del año; pero, no obstante, hay algunas que se presentan y agravan
más comúnmente en ciertas épocas.
100.
Insanias, melancolías, accidentes epilépticos, hemorragias, anginas, corizas, ronqueras,
toses, lepra, empeines, manchas lívidas, son propias de la primavera, como
asimismo pústulas, úlceras, tubérculos y dolores articulares.
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