7/5/11

Geoterapia



Se llama Geoterapia a la utilización de la tierra con fines medicinales.


La forma más frecuente de utilizar la tierra como medicamento es a partir de la arcilla, aunque también se puede emplear cualquier otro tipo de tierra mientras esté libre de basuras y excrementos de animales; por ello es mejor utilizar la que está a cierta profundidad. Ante la duda, aconsejamos adquirir la arcilla en el comercio (en casas de régimen o en alfarerías).


Los animales saben las propiedades de la tierra, el barro y la arcilla por su instinto. Según se ha observado, muchas especies salvajes recurren al barro (tierra más agua) para curar y cerrar sus heridas e incluso para superar sus enfermedades.



Podemos afirmar que:


Se equivocan quienes piensan que la arcilla puede infectar el organismo. Al contrario, es uno de los más poderosos antisépticos y bactericidas que existe. La arcilla húmeda actúa impidiendo el desarrollo de elementos patógenos y favoreciendo la regeneración celular. No hay más que ver la asombrosa rapidez con que curan y se cierran llagas, heridas y úlceras, después de aplicarles emplastos de arcilla.

Es un potente cicatrizante, regenerando la piel sin dejar apenas señal.
Gracias a su porosidad tiene un gran poder de absorción y de adsorción. Es capaz de absorber gran cantidad de calor y de atraer hacia sí cuerpos extraños debajo la piel, logrando que sean expulsados.

La arcilla fija las sustancias tóxicas o impurezas que pueden haber en suspensión en un líquido, absorbiéndolas luego y eliminándolas. Actúa como un filtro purificando la sangre. Se comprende pues su acción sobre abcesos y procesos con tendencia a la supuración, al extraer, desinfectar y purificar la herida de materias en descomposición.


Estimula las funciones de la piel, favoreciendo la fijación y destrucción del ácido úrico a través de ella.

Es calmante si la aplicamos sobre las partes doloridas.
En las inflamaciones superficiales agudas (golpes, picaduras, quemaduras, etc.) es refrescante y desinflamante. Como que pierde su acción a medida que se calienta, hay que renovarla periódicamente.




Uso interno

Para uso interno se debe elegir arcilla pura, sin arena, que no cruja entre los dientes.

Se disuelve una cucharada de arcilla por medio vaso de agua sin hervir. No emplear cubiertos de metal, sino de madera.

La dosis es de una cucharada diaria, pudiéndose aumentar a dos o tres en algunas infecciones intestinales y heridas (úlceras) en las que la mucosa ha de estar en contacto con la arcilla. No conviene excederse, sobre todo los hipertensos, ya que aumenta la presión sanguínea.

Se toma en ayunas o una hora antes de las comidas. El tratamiento suele empezar con tres semanas de toma y una de descanso, seguida de un mes completo de arcilla.

La arcilla por vía interna obtiene muy buenos resultados en las úlceras de estómago, enteritis, oxiuros, amebas y tumores del aparato digestivo. Asociada con limón es un buen antídoto en casos de envenenamiento.

Evitaremos tomarla si tenemos tendencia a estreñimiento o a oclusión intestinal; si hay peligro de estrangulamiento de hernia; si dos semanas antes de empezar el tratamiento hemos tomado aceite de parafina (endurece la arcilla); o bien si estamos tomando alguna medicación de farmacia.

También puede administrarse la arcilla en forma de enemas o lavativas. Basta añadir a un litro de agua que no haya hervido, cuatro cucharadas de polvo de arcilla y agitarlo todo bien antes de emplearlo.





Uso externo

Si es preciso habrá que secarla al sol, o cerca de una fuente de calor pero nunca en contacto con ella. Una vez seca, la deshacemos en pequeños fragmentos para después pasarla por un colador fino, separando las posibles impurezas: raíces, pajas, piedras, etc.

En un recipiente de cristal, madera o cerámica, colocamos la arcilla igualando su superficie y vertimos agua sin hervir hasta cubrirla.

En lugar de hacer la mezcla simplemente con agua y arcilla, podemos utilizar infusiones de todo tipo de plantas medicinales, en cada caso particular la más adecuada, y usar el líquido para hacer una cataplasma mucho más eficaz. Asimismo pueden utilizarse unas muy contadas gotas de las esencias que se consideren adecuadas.

Dejamos reposar la mezcla algunas horas, si es posible al sol y procurando cubrirla con una gasa para evitar se ensucie. Preparada la pasta extenderemos con una cuchara o espátula de madera sobre una tela de lino o algodón plegada en varios dobleces, de modo que quede un borde de tejido libre alrededor de la arcilla. El espesor variará según la aplicación.

Esta cataplasma se coloca directamente sobre la piel. En donde exista mucho vello podemos intercalar una gasa fina.

En ocasiones, la arcilla se aplica en forma de compresa, empapando un trozo de tela en la pasta, que procuraremos sea más líquida, y colocándolo sobre la piel después de escurrirlo.

En otros casos, se aplica la arcilla directamente sobre la piel, con la mano o un pincel. Esto permite efectuar como un suave masaje, que aumenta mucho su efecto curativo.

Para sujetar la cataplasma o la compresa le rodearemos con un paño seco o venda.

La temperatura de la arcilla será fría cuando necesitemos frescor: sobre zonas inflamadas, congestionadas o calientes. En estos casos se retira antes de que se caliente demasiado.

Si lo que queremos es tonificar un órgano débil, deberá de estar caliente y renovarla antes de que se enfríe. Se calienta al baño María. La arcilla calentada es útil sólo una vez, pues por el calor pierde la mayoría de sus virtudes.

En procesos e inflamaciones agudos superficiales (llagas, abcesos, etc.) conviene cambiarla cada hora, y si se seca antes, cada media hora si es preciso. Para órganos profundos se deja en general de dos a tres horas, pero no se recomienda aplicar más de una al día, ya que la reacción suele ser intensa y agotaría al organismo. Si de lo que se trata es de revitalizar un órgano, puede tenerse puesta toda la noche.

Ante cualquier rechazo por parte del paciente en forma de escalofríos o desequilibrio térmico, retiraremos la cataplasma o compresa. En cambio no es preciso hacerlo si se producen erupciones o supuraciones.

Cuando se ha actuado correctamente, al quitar la arcilla, ésta se debe desprender con facilidad, quedando apenas adherida. Si hubiese dificultad, la separaríamos con agua tibia. Entre aplicación y aplicación conviene lavar la piel con agua salada no hervida. (Echese un puñado de sal marina por cada litro de agua).

También se puede aplicar en forma de pulverizaciones. Finamente pulverizada se emplea en lugar de polvo talco por sus cualidades desinfectantes y de reconstrucción de tejidos lesionados.

También pueden prepararse baños de arcilla de todo el cuerpo o parciales, en una tina o cuba (no en bañera pues el barro obstruye los desagües), muy útiles en enfermedades reumática, artritis, de la piel, etc. o simplemente por placer. La mezcla para el baño puede conservarse varios días, manteniendo la tina preferentemente al sol y aire libre y añadiéndole agua natural siempre que sea preciso.








Indicaciones


Para tratar abcesos, forúnculos, úlceras, tumores superficiales, ántrax o panadizos, aplicamos cataplasmas frías muy gruesas, unos dos centímetros, bastante densas y ocupando además una amplia zona alrededor.

Se ha empleado la arcilla para ayudar a disolver tumores benignos.
Las quemaduras se resuelven rápidamente dejando menor cicatriz si la tratamos con arcilla.
Es mucho mejor envolver un miembro fracturado, después de reducido y fijado con una tablilla adecuada, con arcilla que con escayola.

El barro en el bajo vientre descongestiona los órganos internos, activa la circulación sanguínea en la piel y extremidades que se calientan. Durmiendo toda la noche con él, ceden y se resuelven, casi con toda seguridad, úlceras de estómago e intestinos.
En jaquecas, algunas otitis y sinusitis son útiles las aplicaciones de arcilla fría, gruesas, en la nuca.


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